Poco antes de que se produjeran estos hechos, otro grupo de encapuchados colgaron una pancarta de un puente, con el lema "Sindicatos vendidos lacaios do poder", mientras prendían una bengala al paso de la cansina y silenciosa comitiva sindical. Pese a lo que dijo la prensa comercial, no detuvieron a ninguno de los activistas en el transcurso de esta acción.
Cuando la procesión sindicalera, más parecida a una marcha fúnebre que a una verdadera protesta, llegó frente a la delegación del gobierno, donde terminaba su litúrgico acto, un grupo de una decena de activistas desplegó otra pancarta que rezaba "Sindicatos traidores. 5.000.000 de parados. Que coño estades facendo. Autonomía obrera" mientras coreaban consignas como "Delegado sindical parásito social", "Vos, vendidos, firmades os despidos", "Comisións e UGT sindicatos do poder" o "Currade, currade hata reventar corenta anos para se xubilar". Fue en ese momento cuando las fuerzas represivas, al mando del infame Silverio Blanco (jefe de los antidisturbios en Coruña que se hizo famoso por sus cargas indiscriminadas en las protestas antiglobalización de Barcelona, en el desalojo ilegal de la "Casa da Muntanya" o, ya de vuelta en Galiza, en la represión salvaje de alguna de las manis del Prestige) mandó rodear al pequeño grupo de disidentes y los amenazó con llevarlos a todos detenidos si seguían gritando por el megáfono. A viva voz continuó la protesta, pero Silverio, no contento con silenciar a los activistas, quiso impedir que la gente viera su pancarta, para esto mandó colocar la furgoneta policial delante de la misma; como los manifestantes se movieron para buscar un ángulo desde el que poder seguir la protesta, Silverio mandó volver a mover la "lechera". Fue el tercer movimiento de los manifestantes el que provocó las detenciones de cuatro de los allí concentrados.
Traducido del gallego del blog "Abordaxe revista anarquista" donde podeis encontrar fotos de la protesta, de las detenciones y de la acción de la pancarta en el puente.
Pese a que alguna de las personas que se manifestaban con los sindicatos oficiales protestó por lo arbitrario e inmotivado de las detenciones, así como algún periodista, nuestro pertinaz agente del orden no se dejó amilanar en su heroica defensa de la paz social y las "libertades democráticas" y, en dos tandas, envió a los detenidos a la comisaría de Mendez Nuñez, desde la que más tarde los trasladaron a la de Lonzas.
El delito que les imputan es el de "impedir el legítimo ejercicio de las libertades de reunión o manifestación" recogido en el artículo 514 del código penal, castigado con penas de entre tres meses y tres años de cárcel. Durante las seis horas que duró la detención, el trato a los encausados, por lo menos, fue bastante correcto.